Para los que, como yo, nos creemos tortugas

Buenas tortugas del mundo.

Después de mucho meditarlo, he decidido volver. Hace mucho que no escribo, cuatro años concretamente, por lo que estoy bastante oxidada. En todo este tiempo he aprendido muchas cosas...tantas que considero que debo compartirlo con todos ustedes.

Mi anterior blog ha sido borrado para comenzar de cero, empezando un nuevo proyecto que poco a poco se está cocinando a fuego lento, del cual estoy muy ilusionada. Así que en mi primera entrada os contaré mi pasión por las tortugas y porqué.

A lo largo de mi vida mucha gente me ha preguntado:
"Oye ¿por qué tortugas? " 
He conseguido que ese animalito sea parte de mí, que vaya ligado con mi personalidad. Muchos creen que es una simple obsesión, como a quien le gusta los gatos. Pero lo cierto es que por ahí no van los tiros, es más que un animal, es un estilo de vida.

Puedo asegurar que casi todo el mundo conoce la fábula de la liebre y la tortuga, esa historia que nos contaban de pequeños en el que ambos animales se retan para ver quien es más rápido en una carrera. Para muchos es un simple cuento, para mí es la vida misma.

Yo catalogo a las personas en dos estilos: las liebres y las tortugas.

Los complicados, los que sus problemas pueden con ellos mismos, los que se ahogan, que quieren llegar a sus objetivos rápido, hacerlo todo ya y de las formas más complicadas, los tóxicos, los envidiosos, los que no disfrutan de la vida, esos, para mí, son las liebres.

La tortuga tiene un objetivo, también tiene problemas, pero sabe que puede solucionarlos, aunque sea de la forma más paulatina. Tiene que llegar a una meta, va lenta, pero disfruta de la carrera. Todo llega. Sabéis quien gana ¿no? Exacto, la tortuga. Y yo, yo quiero ser una tortuga. Con objetivos claros, solo tengo que ir poco a poco, avanzando, disfrutando de lo que me da la vida. Llegar a mi meta y ganar mi carrera. Sin envidia. Sin celos. Con los míos y los que me quieran acompañar.

Bueno, esta teoría parece muy fácil y simple, pero lo cierto es que en ocasiones me pierdo. Me olvido de mi meta y soy liebre. Es muy difícil seguir tu camino, soñar y llevarlo a cabo, sobre todo quererte por encima de todo. Esa es mi lucha continua, ser esa tortuga que habita en mí.

Así que tú decides, ¿eres una liebre o una tortuga?

Yo lo tengo claro


-No es justo -gimió la liebre- Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú.
-¡Oh! -dijo la tortuga, volviéndose para mirarla- Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro. 

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