Una vez en Octubre
Hola hola amigüitos!
Hacia tiempo que no paso por aquí pero os tengo que contar este maravilloso fin de semana.
Para celebrar mi 25 cumpleaños, mi primer cuarto de siglo nada más y nada menos, hice un mini festival que lo llamé Yarachella ( por el Coachella, así tengo el nivel). Tenía zona de photocall, comida, bebida, zona baile, chill out y camping. Lo curioso es que apenas hay fotos del acontecimiento.
Pero lo más bonito de esa noche no fue en sí la celebración que me costó esfuerzo y ansiedad para que quedara perfecta. Fue la gente que vino, eran personas bonitas que había conocido en diferentes etapas de mi vida y que se habían quedado después de ellas, hablo de momentos como el instituto, la universidad, la residencia de estudiantes, gente que conocí en el trabajo, en las nuevas ciudades en las que viví....Diferentes tiempos, y ahí estaban, seguían conmigo después de muchos años o, simplemente, muchos meses. Incluso vino mi mejor amiga de Tenerife, apareció de sorpresa el día antes, y os prometo que fue el mejor regalo de todo mi cumpleaños. Al principio debo decir que estaba asustada, porque al ser personas de distintas zonas y etapas no se conocían entre sí, yo era el punto en común. La duda era ¿Se llevarán bien? bajo mi criterio deberían, porque si a mi todos me caían bien, entre ellos tenía que pasar lo mismo (mi lógica aplastante).
Al principio se originaron 3 mini grupos, los que se conocían, lógico, no te pondrías a hablar con gente que no conoces. Ahí mi primer infarto, tenía que hacer lo posible para que todos hablaran entre sí, pero lo que realmente une a la gente, y aquí va mi super consejo de anfitriona, es la comida. El momento de la comida es la clave para entablar una conversación que una a toda la mesa. Y así fue. Toda la mesa habló con todos. Desde ese momento, fue la noche más corta de mi vida. Nos dedicamos a jugar todos en grupo. Como reí de verdad, y que agradecida me siento de estar tan bien rodeada de gente tan bonita.
Entre los regalos que me hicieron (maquillaje, ropa, fotos, tazas, recuerdos, una cámara instantánea...) había uno que era el más curioso por que en sí no era un regalo, eran pistas para llegar al regalo final. Mis amigas Marta y Alba me hicieron un juego, sabiendo lo que me gustan. Se trataban de cuatro pistas que me daban cada semana y tenía que adivinar el regalo final. Esa noche me dieron la primera. Era una botella de Vodka, automáticamente pensé Rusia, así de básica soy. A mi por norma general lo paso mal en estos juegos porque las dudas y los nervios me comen, quería mi regalo ya.
La segunda pista, os diré que en la vida la adiviné ni la entendí. Se trataba de una muñeca coreana, Pucca. Ahí me descolocó por completo, no entendía que sentido podía tener eso. Cuando llegó la tercera semana ya si que estuve perdida por completo. Un foto de París, con su Torre Eiffel. Bueno llegados a este punto lo único que pensaba es que la unión de esas tres pistas era viajar. Incluso llegué a pensar que era alguna anécdota de nosotras tres y que era una mala amiga porque no me acordaba.
Pero cuando llegué este viernes a las once de la noche a casa después de un día largo en el máster y lo primero que me dice mi madre "bueno prepárate esta es la última pista y nos vamos a Madrid". Estaba en shock, la última pista me tenía que ir a Madrid, osea que allí estaba mi regalo, empecé a atar cabos, mientras me preparaba de la forma más rápida posible y me concienciaba que iba a coger un avión. Miré todos los eventos que habían en Madrid y que pudieran tener algo que relacionado con Rusia y Francia, obvié directamente a Pucca porque me carecía de sentido en todo. Solo se me ocurría una cosa: Anastasia, el musical. Pero ¿y la muñeca coreana que tenía que ver con todo esto? Era algo que tendrían que resolverme ellas al llegar.
Después de madrugar y embarcarme a la aventura improvisada de fin de semana, recuerdo mi amor odio a Madrid, tanta gente, tanto cosas por hacer, tantas oportunidades pero tanta gente. A mi como isleña esto me agobia de más. Según me reuní con mis amigas, tenía que saberlo, quitarme esa duda, ¿era Anastasia o no? Y si lo era ¿Qué significaba esa muñeca? Pues resultó ser lo que esperaba, me iba al musical de una película que literalmente había quemado la cinta de VHS cuando era niña y me sabía todas las canciones de memoria. Y Pucca, se ve que soy una fan del montón porque no me acordaba para nada de que el perro de Anastasia se llamaba así.
Bueno el musical fue maravilloso, un arte y una puesta en escena preciosa, con esos trajes tan bonitos como en la película. Y las canciones emocionaban, cantando las originales mezclando temas nuevos, aunque cambiaron las letras y eso me confundió un poco. Personajes llenos de encanto, que evolucionan tanto, te hacen reír y llorar, en concreto debo decir que me enamoró el de Dimitri, fue el que más definido vi y al que se nota su evolución, bueno podría decir esto de dos personajes más, pero el encanto de Dimitri es lo que tiene. Aunque tengo algunos contras acerca de el musical, por ejemplo que no me gustó mucho la protagonista pese a que cantaba precioso, me costó empatizar con su personaje y es un poco grave, porque es Anastasia y algunos giros de historia que me carecían de sentido. Pero bueno, el resto de elementos equilibró mucho esto y se podría tolerar. Pero enserio, solo por el escenario y las puestas en escena vale la pena ver esta maravilla.
Fue un fin de semana mágico, comí de más, viví de más y quise a todos de más. Esos días que te sientes nuevamente agradecida con la vida. Vi a amigos que hacia mucho que no veía, estuve con los que siempre estoy y me parece poco tiempo. Un fin de semana único.
Gracias por tanta magia.
Hacia tiempo que no paso por aquí pero os tengo que contar este maravilloso fin de semana.
Para celebrar mi 25 cumpleaños, mi primer cuarto de siglo nada más y nada menos, hice un mini festival que lo llamé Yarachella ( por el Coachella, así tengo el nivel). Tenía zona de photocall, comida, bebida, zona baile, chill out y camping. Lo curioso es que apenas hay fotos del acontecimiento.
Pero lo más bonito de esa noche no fue en sí la celebración que me costó esfuerzo y ansiedad para que quedara perfecta. Fue la gente que vino, eran personas bonitas que había conocido en diferentes etapas de mi vida y que se habían quedado después de ellas, hablo de momentos como el instituto, la universidad, la residencia de estudiantes, gente que conocí en el trabajo, en las nuevas ciudades en las que viví....Diferentes tiempos, y ahí estaban, seguían conmigo después de muchos años o, simplemente, muchos meses. Incluso vino mi mejor amiga de Tenerife, apareció de sorpresa el día antes, y os prometo que fue el mejor regalo de todo mi cumpleaños. Al principio debo decir que estaba asustada, porque al ser personas de distintas zonas y etapas no se conocían entre sí, yo era el punto en común. La duda era ¿Se llevarán bien? bajo mi criterio deberían, porque si a mi todos me caían bien, entre ellos tenía que pasar lo mismo (mi lógica aplastante).
Al principio se originaron 3 mini grupos, los que se conocían, lógico, no te pondrías a hablar con gente que no conoces. Ahí mi primer infarto, tenía que hacer lo posible para que todos hablaran entre sí, pero lo que realmente une a la gente, y aquí va mi super consejo de anfitriona, es la comida. El momento de la comida es la clave para entablar una conversación que una a toda la mesa. Y así fue. Toda la mesa habló con todos. Desde ese momento, fue la noche más corta de mi vida. Nos dedicamos a jugar todos en grupo. Como reí de verdad, y que agradecida me siento de estar tan bien rodeada de gente tan bonita.
Entre los regalos que me hicieron (maquillaje, ropa, fotos, tazas, recuerdos, una cámara instantánea...) había uno que era el más curioso por que en sí no era un regalo, eran pistas para llegar al regalo final. Mis amigas Marta y Alba me hicieron un juego, sabiendo lo que me gustan. Se trataban de cuatro pistas que me daban cada semana y tenía que adivinar el regalo final. Esa noche me dieron la primera. Era una botella de Vodka, automáticamente pensé Rusia, así de básica soy. A mi por norma general lo paso mal en estos juegos porque las dudas y los nervios me comen, quería mi regalo ya.
La segunda pista, os diré que en la vida la adiviné ni la entendí. Se trataba de una muñeca coreana, Pucca. Ahí me descolocó por completo, no entendía que sentido podía tener eso. Cuando llegó la tercera semana ya si que estuve perdida por completo. Un foto de París, con su Torre Eiffel. Bueno llegados a este punto lo único que pensaba es que la unión de esas tres pistas era viajar. Incluso llegué a pensar que era alguna anécdota de nosotras tres y que era una mala amiga porque no me acordaba.
Pero cuando llegué este viernes a las once de la noche a casa después de un día largo en el máster y lo primero que me dice mi madre "bueno prepárate esta es la última pista y nos vamos a Madrid". Estaba en shock, la última pista me tenía que ir a Madrid, osea que allí estaba mi regalo, empecé a atar cabos, mientras me preparaba de la forma más rápida posible y me concienciaba que iba a coger un avión. Miré todos los eventos que habían en Madrid y que pudieran tener algo que relacionado con Rusia y Francia, obvié directamente a Pucca porque me carecía de sentido en todo. Solo se me ocurría una cosa: Anastasia, el musical. Pero ¿y la muñeca coreana que tenía que ver con todo esto? Era algo que tendrían que resolverme ellas al llegar.
Después de madrugar y embarcarme a la aventura improvisada de fin de semana, recuerdo mi amor odio a Madrid, tanta gente, tanto cosas por hacer, tantas oportunidades pero tanta gente. A mi como isleña esto me agobia de más. Según me reuní con mis amigas, tenía que saberlo, quitarme esa duda, ¿era Anastasia o no? Y si lo era ¿Qué significaba esa muñeca? Pues resultó ser lo que esperaba, me iba al musical de una película que literalmente había quemado la cinta de VHS cuando era niña y me sabía todas las canciones de memoria. Y Pucca, se ve que soy una fan del montón porque no me acordaba para nada de que el perro de Anastasia se llamaba así.
Bueno el musical fue maravilloso, un arte y una puesta en escena preciosa, con esos trajes tan bonitos como en la película. Y las canciones emocionaban, cantando las originales mezclando temas nuevos, aunque cambiaron las letras y eso me confundió un poco. Personajes llenos de encanto, que evolucionan tanto, te hacen reír y llorar, en concreto debo decir que me enamoró el de Dimitri, fue el que más definido vi y al que se nota su evolución, bueno podría decir esto de dos personajes más, pero el encanto de Dimitri es lo que tiene. Aunque tengo algunos contras acerca de el musical, por ejemplo que no me gustó mucho la protagonista pese a que cantaba precioso, me costó empatizar con su personaje y es un poco grave, porque es Anastasia y algunos giros de historia que me carecían de sentido. Pero bueno, el resto de elementos equilibró mucho esto y se podría tolerar. Pero enserio, solo por el escenario y las puestas en escena vale la pena ver esta maravilla.
Fue un fin de semana mágico, comí de más, viví de más y quise a todos de más. Esos días que te sientes nuevamente agradecida con la vida. Vi a amigos que hacia mucho que no veía, estuve con los que siempre estoy y me parece poco tiempo. Un fin de semana único.
Gracias por tanta magia.
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